Hace unos días me topé con este artículo de El Mundo en cuyo titular aparecía la palabra: nutripolleces. Y desde aquí, antes de que se nos olvide, por favor señores de la RAE, ténganla en cuenta para futuras actualizaciones. Porque debe ser incluida en el diccionario sin mucha dilación. Evidentemente un titular así no podía dejarlo pasar, y leí el artículo.
No sé si lo habéis leído, pero es un reflejo de lo que está pasando hoy en día, que no es ni más ni menos, que se nos está yendo la olla. Así. Tal cual.
Es una madre hablando de su «sin vivir» porque su hijo desayuna galletas. Y tal como están las cosas, es probable que «la secta de lo healthy» que se menciona en él, la incluya en su lista de candidatas para solicitar la retirada de la custodia de sus hijos ante la Fiscalía de Menores. Al fin y al cabo «ha confesado» que está envenenando a su hijo.
Yo no tengo hijos, pero me siento plenamente identificada con su desazón. Más teniendo un blog en el que el 90% de las recetas son dulces. Pero sí. Desayuno bizcocho, magdalenas, galletas o brioche. Depende de lo que haya tocado hornear esa semana. Cuando era pequeña, desayunaba colacao, galletas, bizcocho o lo que mi madre considerara pertinente. Porque había una norma que estaba prohibido saltarse. Al cole NO se iba sin desayunar. Y también merendaba, ¡loca de mí! A veces pan con chorizo, o con nocilla (por aquel entonces no existía la nutella) y algún que otro Huesito si mi abuela había venido del pueblo a vernos. Y os prometo que en ningún momento me he planteado llevar a mi familia ante el Tribunal de Derechos Humanos por atentar contra mi salud.
Se ha llegado a decir que el desayuno ya no es importante, o que es mejor que los niños vayan al cole sin desayunar a que coman galletas con colacao. Quizás eso, lo de no desayunar, explica muchas cosas, y no todo es culpa del desastre de sistema educativo que tenemos. Y lo de no desayunar en la edad adulta, quizás si estás en casa a la bartola, sin ningún esfuerzo, no lo necesites, pero que se lo digan a los que están 10 horas en el trabajo.
Estamos perdiendo el norte.
Estoy de acuerdo en cuidar nuestra alimentación. Como dicen, solo tenemos un cuerpo y es para toda la vida. Que debemos evitar los alimentos ultraprocesados, las grasas saturadas, sal y azúcar en la medida de lo posible, es de sentido común. Pero lo que no se puede hacer es llevar las cosas al extremo.
En esta casa somos dos. Y se come fruta, verdura y legumbres como si fuéramos un regimiento. A los dos nos han educado así. Hacemos deporte, cada uno lo que le gusta. Yo voy al gimnasio al menos dos días a la semana, y ambos caminamos una media de 10 km diarios. Ahora que venga alguien a decirme que no puedo desayunar un trozo del bizcocho que acabo de hacer, o salir a merendar. Porque una cosa os digo. Podéis dejar de comer azúcar, grasas o incluso de respirar, pero como no levantéis el culo del sofá, dará lo mismo.
Se ha entablado una cruzada en contra del azúcar (y otros cuantos alimentos más) como si fuera el causante de todos los males de la humanidad. Y aunque quede mal y me genere unos cuantos haters, estoy de acuerdo con lo que dice el chef Anthony Warner, hay demasiados intereses económicos de una y otra parte. Y tan válida es su argumentación como la de muchos pseudo nutricionistas que andan sueltos por ahí.
No me cansaré de repetirlo: SENTIDO COMÚN. Y por desgracia hoy en día escasea.
No suelo meterme en estos asuntos, porque soy de las que dice que cada uno haga lo que le dé la real gana. Y menos aún soy quién para dar lecciones. Pero no me gusta el integrismo que se está generando en torno a la alimentación por parte de ciertos sectores, que en muchos casos, simplemente se dejan llevar por las modas y porque lo healthy es lo que vende y da seguidores hoy en día.
Quizás yo también soy culpable de parte de los males de la humanidad. Porque soy tan osada que hago bizcochos… Aunque no sé si lo sabéis, pero la repostería sana, no existe. Por definición, ambos conceptos son incompatibles. Así que yo seguiré haciendo lo que me gusta. Y el resto que coma lo que le apetezca, esté bien o mal.
Después de todo este rollo, os prometo que hay receta. Y para que veáis que todos podemos convivir en perfecta armonía, un Pudding de Avena, Chía y Naranja Sanguina. No porque crea que las semillas de chía sean un super alimento (no nos engañemos, no existen) ni porque me esté pasando al lado oscuro. Simplemente porque me gusta, porque me apetece y porque puedo.
Pudding de Avena, Chía y Naranja Sanguina
Ingredientes:
- 125 ml de leche de avena
- 1 naranja sanguina
- 1/4 cucharadita (tsp) de jengibre fresco rallado
- 4 cucharadas (tbsp) de copos de avena
- 2 cucharadas (tbsp) de semillas de chía
- fresas
Elaboración:
- Pelamos la naranja, troceamos y quitamos partes blancas. Trituramos bien junto con la leche y los copos de avena.
- Vertemos la mezcla en un bol y añadimos las semillas de chía.
- Mezclamos bien, cubrimos y dejamos reposar en el frigorífico durante toda la noche.
- Ponemos unas fresas picadas en el vaso y repartimos la mezcla.
A disfrutar del domingo y a mimar y cuidar mucho el sentido común.
Natalia.